México


México es una Nación que declara su independencia en 1810, y aunque no fue consumada sino hasta 1821, el inicio es considerado como la parte más representativa del movimiento independentista.
Antes de comenzar con el relato de los hechos históricos en sí, es necesario hacer una pregunta básica para poder entender los fundamentos de la guerra emancipadora: ¿realmente comenzó el movimiento libertador en septiembre de 1810 como se expresa oficialmente en los relatos históricos? No precisamente. Las ideas por la liberación de México ya se vislumbraban, con mayor fuerza, en 1808. Con la abdicación de la Corona Española a favor del dominio napoleónico, la población criolla del territorio mexicano comenzó a formar un proyecto que conformara un gobierno provisional que tuviera como líder al virrey Iturrigaray; ¿con qué objetivo? Con el objetivo de regir al territorio de Nueva España de manera “independiente”1 al poder peninsular napoleónico mientras se estabilizaba nuevamente el mando español en Europa. Aquel proyecto quería impulsar el desarrollo económico de “México” sin tener que rendir cuentas –repito- a una corona extranjera; sin embargo, esta situación fue malinterpretada en España, pensó el grupo peninsular que el virrey Iturrigaray juntó con Juan Francisco de Azcárate, Francisco Primo de Verdad y Ramos etc. querían tomar las riendas gubernamentales dejando de lado a la autoridad española.
Este primer intento independentista, si se le puede llamar así, fue reprimido por las manos españolas, el virrey fue destituido y en su lugar llegó Pedro Garibay; empero, aquel intento reprimido no vaciló, al contrario se fortaleció, los criollos no cesaron en su intento de libertad aprovechando la mala posición de España por la intervención de Napoleón Bonaparte.
Conforme pasó el tiempo se fueron formando guerrillas en toda la demarcación de Nueva España; durante 1809 y 1810 surgieron proyectos de movilización emancipadora pero sin llegar a concretar un éxito total, ¿total? Efectivamente, el triunfo de aquellos intentos de libertad radicó en la simiente que empezó a formularse en las mentes de los mexicanos, ahora emergían con más potencia los deseos de probar una Nación libre.


De todos los levantamientos que se experimentaron fue uno el que sobresalió por su vigor y prolongación: la conspiración de Querétaro. Aquel plan de libertad fue encabezado por Ignacio Allende, Juan e Ignacio Aldama, Josefa Ortíz de Domínguez y Miguel Hidalgo, hubo sin duda más personajes participantes pero ellos fueron los más representativos. Este movimiento insurgente se venía planeando desde tiempo atrás, pretendía que Nueva España se gobernara directamente por las manos de un rey español, en éste caso, el trono sería ofrecido al preso Fernando VII; además, los ahora insurgentes querían luchar por más oportunidades de desarrollo para las clases más pobres. Todo se tenía aparentemente previsto; es decir, se había planeado cómo se ejecutarían las batallas, cuándo empezarían, cómo se distribuirían etc.; empero, por una denuncia a las fuerzas realistas, los insurgentes tuvieron que precipitar el comienzo de la revuelta, y finalmente la madrugada del 16 de septiembre de 1810, Hidalgo, Allende y Aldama invocaron a la población civil de Dolores para que se unieran a la lucha por la emancipación.
El banderazo estaba dado, ya no había marcha atrás, aquella precipita decisión de los libertadores era para salvar la existencia del plan independentista; la lamentable consecuencia de esta improvisación fue que dentro de las huestes insurgentes no había absolutamente nada de organización, la mayoría de los militantes eran civiles que nada tenían de experiencia en las artes militares; aún así el pueblo se lanzó a la lucha; sin embargo, tenemos que afirmar que estos primeros brotes rebeldes muchas veces se limitaban a ser actos de bandidaje y violación a los derechos ajenos. Como ejemplo podemos mencionar el caso de la masacre en la Alhóndiga de Granaditas.
Así fueron pasando los días y los insurgentes con sus altas y bajas fueron tomando diversas ciudades de la Nueva España. Ya se poseía el control de los principales centro de poder, sólo faltaba tomar la ciudad de México; empero, cuando la insurgencia tenía el paso libre para tomarla, el cura Hidalgo simplemente dijo –no-. Hasta hoy nadie entiende las razones, el triunfo estuvo en sus manos pero lo dejaron ir. A partir de aquella sorpresiva ocasión, las diferencias entre los líderes libertadores se acentuaron y las derrotas se hicieron inminentes frente al General realista Félix María Calleja.

El ciudadano Miguel Hidalgo y Costilla


Para el 26 de junio de 1811 fueron ejecutados Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Jiménez; fue cuestión de un mes más para que la cabeza de Hidalgo también colgara de una de las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas. Esta denigrante acción permaneció durante todo el periodo de lucha independentista.
A continuación viene una época de transición muy importante para la lucha insurgente en México. Contrario a lo que pudo pensar el poder virreinal, la insurgencia no había muerto, la semilla de la libertad comenzaba a germinar y venían tiempos más complejos; desde Carácuaro, Michoacán surgió con energía vigorazo la figura de José María Morelos y Pavón. Aquel era un cura de pueblo humilde pero que supo organizar y disciplinar a las huestes libertadoras en el sur. De 1811 a 1815, Morelos fue un guerrero implacable. Cuando comenzó su lucha, bajo la petición previa de su maestro Hidalgo, sus ideales motores tenían como objetivo establecer una monarquía propia en México; sin embargo, por el desarrollo de los hechos2 y por su madurez ideológica, determinó que el territorio de Nueva España debía gobernarse por medio de una república libre y soberana; tanto llegó a pensarlo junto con sus compañeros de batalla, que para el 22 de octubre de 1814 se declaró la primera constitución republicana en México que fue mejor conocida como: la Constitución de Apatzingán.
Sus arduos intentos por establecer aquella forma de gobierno, no llegaron a “cuajar” mientras estuvo vivo, de hecho la constitución sólo quedó como un recuerdo en el imaginario mexicano.
Llegamos a 1815, año trágico en el cual fue aprehendido y ejecutado José María Morelos y Pavón, o mejor dicho, el siervo de la Nación. Una vez más se dio por muerta la lucha independentista; empero, nuevamente quedaron hombres que aún quería la libertad del territorio mexicano. La conciencia independentista ya se había enraizado en la mente americana, cada vez se oían más las noticias sobre las batallas libertarias en América Central y del Sur, esta situación de brotes emancipadores no dejaba de motivar los deseos mexicanos que buscaban ser una nación soberana.
De 1815 a 1819 hubo un ambiente de relativa paz para la Nueva España, en este tiempo no surgieron movimientos fuertes que pusieran en peligro la estabilidad del poder virreinal. Fue mas bien en 1820 cuando en España comenzaron una serie de rebeliones que pretendían restablecer la vigencia de la Constitución de Cádiz, otra vez se veía venir una época de conflictos, y como consecuencia Nueva España tenía que estar alerta por cualquier oportunidad que los insurgentes quisieran aprovechar, sólo necesitaban un pequeño “empujón” para reavivar las inconformidades y la hostilidad hacia el sistema gubernamental.
El virrey Apodaca se quiso prevenir y encargó al General Agustín de Iturbide que peleara contra “la última” tropa rebelde liderada por Vicente Guerrero, con esto, se buscaba la entera pacificación del país; sin embargo, el destino le tenía una sorpresa más al poderío español. En un principio Iturbide trató de ejecutar las órdenes del virrey, pero al ver que su derrota se venía sin titubeos, decidió “a última hora” convertir su desgracia en un triunfo político, ¿cómo lo iba a llevar a cabo?, de una manera muy sencilla; se unió al bando libertador y firmó con Vicente Guerrero una alianza política que los unió en un ejército conocido como: el Ejército de las Tres Garantías. Al virrey Apodaca ya no le tocó lidiar con este problema, fue O´Donojú el nuevo virrey que no tuvo otra opción más que aceptar la independencia de México. El 24 de agosto de 1821 se firmaron los tratados de Córdoba donde se reconocía a México como una nación libre y soberana. Finalmente el 27 de septiembre de ese mismo año, hizo su entrada triunfal el Ejército de las Tres Garantías a la Ciudad de México.

1 “Independiente” debe entenderse como que se buscaba cierta libertad de gobierno en Nueva España pero sin desligarse completamente de la península.
2 Un ejemplo de estos hechos es el absolutismo impuesto por Fernando VII cuando retomó el poder.


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